CONOZCAMOS NUESTRA FE



Creo en Dios

        Así empieza el resumen de la fe del cristiano: CREO.  Pronunciar esta palabra con verdad es la suerte más grande.  Tener fe es más importante que vivir.  Mejor: La fe es nuestra vida.
        Les invitamos pues a abrir el CATECISMO con esta disposición: CREO SEÑOR.  Y… no quedaran decepcionados: se hará más fuerte tu fe.  Gozarás con la Verdad.  Cobrará sentido tu vida.
        Por qué LA FE
·         es la adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela.  Por eso Dios merece el homenaje de nuestra fe.  No debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Creer es entregarse a la Verdad por la confianza que nos inspira la persona que nos habla.  Y… sólo Dios es la VERDAD. (176-179)
·         es un don sobrenatural de Dios, que hemos de pedir con humildad y acoger con gratitud.  Nadie puede merecerla: es un don.  Pero si pedirla: y Dios da siempre al que pide con humildad (179)
·         es necesaria para la salvación.  Lo ha dicho Jesús: “El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea se condenará” Mc 16,16. (183)
·         es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida futura” Santo Tomás. (184)
        Creer en Dios
·         es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana. (180)
·         es un acto eclesial.  Es la fe de la Iglesia que preceda, engendra, conduce y alimenta nuestra fe.  La Iglesia es la Madre de todos los creyentes.  “Creemos todas aquellas cosas que se contienen en la Palabra de Dios escrita o trasmitida y son propuestas por la Iglesia… para ser creídas como divinamente reveladas” Pablo VI.  (181-182)
Ayúdame Señor a decir con verdad: CREO EN DIOS

(Los números entre paréntesis corresponden a los del Catecismo de la Iglesia Católica)

EN DIÁLOGO

Se dice que le hombre es, de por sí un ser religioso.  ¿Qué significa esta expresión?

Realmente, el deseo de Dios está impreso en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar.
Esta búsqueda de Dios la ha expresado el hombre, desde siempre y también hoy de múltiples maneras (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones…).  Estas formas de expresión, a pesar de su imperfección e incluso ambigüedad, son tan universales, que se puede llamar al hombre un “ser religioso”. (27-28)

Ha hablado de “imperfección y ambigüedad” en estas expresiones religiosas ¿Puede explicarse?

                Sí.  El hombre, a través de la historia, ha encontrado dificultades en esa búsqueda de Dios.  Por muchos motivos.  Su propia limitación humana le impide descubrir con claridad a Alguien que está muy por encima de su entendimiento.  Sus propias pasiones, que tuercen tantas veces su corazón y la voluntad, han sido fuente de dudas, de indiferencias y de negación de Dios.  A veces, por necesidad o por afán de dinero, se ha considerado a Dios como un ser a nuestro servicio.  Otras veces, el pecado nos hace temer el castigo de un Dios, a quien fácilmente vemos entonces como un vengador implacable. Y así, poco a poco, por unos motivos u otros, se va desfigurando en el hombre la imagen del verdadero Dios. (29)

¿Quiere decir con ello qué el hombre es incapaz de conocer a Dios?

                De por sí, es muy capaz de conocer al menos la existencia de un Dios.  Y eso es lógico: ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, llamado a la amistad y al diálogo con Él, destinado a una comunión íntima y eterna con Él…  Es capaz de conocer a un Dios que habita en su corazón y en el que “vivimos, nos movemos y existimos” y cuyas huellas puede descubrir en cualquier lugar de la creación.
                Pero… es necesario poner en ello todo el esfuerzo de su inteligencia y toda la rectitud de su corazón.  Cuando esto falla, el camino para encontrar a Dios se vuelve difícil y lleno de obstáculos.  Dificultad que se agrava a veces porque los creyentes no damos el ejemplo que facilitaría a este hombre el camino hacia Dios (27-30)

¿Estaremos pues ante un callejón sin salida?

No.  Dios no ha abandonado al hombre.  No podía hacerlo: el hombre es la pupila de sus ojos.  Dios mismo ha salido al paso de la dificultad.  ¡Y se ha revelado al hombre!  Con gestos y con palabras, a través sobre todo del pueblo escogido, y más especialmente a través del Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, Dios mismo se nos ha dado a conocer.  Es lo que llamamos la Revelación, podemos todos con certeza firme y sin mezcla de error, conocer las verdades religiosas y morales que de suyo no son inaccesibles a la razón, pero que de las dificultades de que hablábamos nos habían oscurecido. (35-38)

Se habla de San Agustín como de un hombre en permanente búsqueda de Dios ¿Fue esto así?

Te agradezco que lo traigas a la memoria.  Su historia y la evolución de su vida sería muy largo de contar.  Sólo voy a citar dos frases de su libro más famoso, “Las confesiones”:

“…Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti”.
“…Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá ya para mi penas ni pruebas, y mi vida, toda llena de ti, será plena”. (30)

Con estas hojas que tienes en tus manos –y las que irán siguiendo- nos proponemos poner al alcance de todos de forma sencilla y asequible, la riqueza doctrinal del catecismo de la Iglesia Católica, promulgado en diciembre de 1992.
Estas hojas no intentan suplir la lectura personal del catecismo.  Por el contrario ojala ellas suscitaran en todos un deseo de tomar el catecismo, leerlo, releerlo y meditarlo, y gozar y vivir la inmensa riqueza que contiene.  Por ello precisamente, iremos indicando entre paréntesis el número correspondiente al catecismo al que hacemos referencia o del que hablamos.




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